Política

Banco Mundial: Alimentación en la Era Digital | Ej: Uruguay

Banco Mundial
Crédito: Flore de Preneuf Banco Mundial

El estudio presentado por Julian Lampietti, Ghada El Abed, y Kateryna Schroeder para el Banco Mundial detallan la importancia de la alimentación con la innovación digital.

Una de las imágenes más impactantes de la pandemia de coronavirus es el contraste entre agricultores que tiran leche, destrozan huevos y replantan verduras y consumidores que se enfrentan a estantes vacíos en las tiendas y a largas filas en los centros de distribución de alimentos. ¿Cómo es posible tener sobreabundancia por un lado y escasez por el otro?

En este artículo se argumenta que es fundamental corregir las asimetrías de información generalizadas y los costos de transacción en un enorme sistema alimentario para avanzar hacia un modelo más inclusivo, resiliente y sostenible. Si bien la producción industrial de alimentos a gran escala, acompañada de cadenas de suministro "justo a tiempo", ha generado muchos beneficios, los peligros de este sistema se vislumbran cada vez más en el horizonte. La revolución digital ofrece la posibilidad de un equilibrio alternativo, en el que surjan sistemas de organización y producción pequeños y flexibles y que funcionen ágilmente en un entorno operativo cambiante. Un tamaño pequeño y las interrelaciones pudieran ser la solución: vienen a la mente los centenares de barcos de poco calado que salvaron el día en Dunkerque durante la Segunda Guerra Mundial, cuando las tropas quedaron atrapadas en la costa y los grandes buques de transporte de tropas ya no estaban en condiciones de navegar.

Todos los habitantes del mundo, es decir más de 7700 millones de personas, participan en el sistema alimentario de una u otra manera. Toman decisiones sobre los alimentos que consumen, la ropa que visten y los productos que usan, muchos de los cuales se originan en la agricultura. Los productos agrícolas se producen en 570 millones de establecimientos agrícolas, la mayoría de ellos pequeñas explotaciones administradas por familias y ubicadas en países en desarrollo. Los sistemas alimentarios son locales, una característica esencial en las comunidades, pero también son mundiales, vinculados a través del comercio y sofisticados mercados financieros y de seguros.

A pesar de proporcionar alimentos a una población mundial que se ha más que duplicado en los últimos 50 años, el sistema alimentario está muy lejos de contribuir a alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible relacionados con el hambre, la pobreza, la salud, el uso del suelo y el cambio climático. Si bien se está produciendo una gran cantidad de alimentos en el mundo, el número de personas que padecen desnutrición aumentó desde 2014. Uno de cada cinco niños menores de 5 años sufre retraso del crecimiento, un problema que provoca consecuencias negativas en la productividad durante toda la vida. Unos 2000 millones de habitantes tienen sobrepeso o son obesos, debiendo enfrentar enfermedades no transmisibles de origen dietético que comprometen la resistencia a nuevas enfermedades como el coronavirus. La agricultura contribuye con un 24 % de las emisiones de gases de efecto invernadero, consume el 70 % del agua dulce y ha provocado la pérdida del 60 % de la biodiversidad de vertebrados desde la década de 1970. El costo de estas externalidades negativas llega a USD 12 billones, según la Coalición para la Alimentación y Uso del Suelo, superando un valor de mercado de USD 10 billones.

En la actualidad, otros 100 millones de personas están bajo amenaza de caer en la pobreza debido a los efectos económicos de la pandemia, de acuerdo con el informe Perspectivas económicas mundiales de junio de 2020, alejando aún más las posibilidades de lograr los objetivos del Banco Mundial al reducir los ingresos y crear problemas para acceder a los alimentos y la nutrición, situaciones que pueden ocasionar una hambruna a gran escala, según el Programa Mundial de Alimentos.

En Uruguay, el crecimiento de las exportaciones de carne aumentó un promedio de 700 % entre 2001 y 2018. El aumento de los ingresos y el cambio en las preferencias estimularon la demanda de carne vacuna certificada que sea sinónimo de alta calidad. Uruguay pudo satisfacer esta demanda de productos de alta calidad gracias a que el Gobierno tuvo la precaución de responder a una epidemia de fiebre aftosa a comienzos de la década de 2000, mejorando las prácticas de gestión del ganado y desarrollando un sistema de información ganadera en formato digital, gratuito para todos los usuarios.

El diseño descentralizado de la contabilidad distribuida es fundamental para el éxito a largo plazo de este sistema, es decir cualquiera puede acceder al sistema y usar los datos, reduciendo las asimetrías de información, aumentando la competencia en diferentes nodos e incrementando la resiliencia frente al fraude y la falsificación de la información. El sistema usado en Uruguay asigna un código de identificación a cada vaca, permitiendo conocer su tratamiento y ubicación en la cadena de producción en tiempo real. Se realiza un seguimiento de la información de cada animal desde la granja hasta el transporte de carga, incluidos los viajes, la alimentación, los medicamentos y el aumento de peso, entre otros indicadores. Los usuarios no registrados en el sistema pueden ver mapas de operadores que usan el sistema e identificar ganado individual por departamento.

Las tecnologías de contabilidad distribuida de libre acceso tienen el potencial de transformar las cadenas de suministro de alimentos, identificando la ubicación, el bienestar de los animales, los insumos ambientales y sociales, los contratos, la tramitación y muchas otras áreas clave. Dada la complejidad del sistema alimentario, además de los problemas técnicos asociados con la escalabilidad, la privacidad y la arquitectura de datos, esto solo se puede lograr por completo garantizando que la trazabilidad sea completamente interoperable (es decir, las diferentes partes pueden comunicarse entre sí) y que la gobernanza impida una carrera por la concentración del poder de mercado. La descentralización de la trazabilidad en toda la cadena de suministro mejorará los incentivos para la producción y el consumo de alimentos seguros, de alta calidad y social y ambientalmente responsables.

La pandemia del coronavirus afectó a la mayoría de los países a principios de 2020, en un momento en que el sistema alimentario ya requería una corrección importante para mejorar los resultados nutricionales y ambientales, y aumentar la reducción de la pobreza. Al acelerar el avance hacia las tecnologías digitales, las medidas de confinamiento podrían proporcionar un impulso inesperado y marcar el inicio de un cambio deseado. Este es un llamado para que todos los actores participen y ayuden a generar un entorno normativo que favorezca soluciones digitales para conseguir los Objetivos de Desarrollo Sostenible promoviendo la desconcentración, la descentralización de la trazabilidad y la difusión de los datos. Si se logra lo anterior, será posible aprovechar la energía creativa, la innovación y las necesidades diarias de los 7700 millones de agricultores, empresarios y consumidores que conforman el sistema alimentario mundial para cambiar el rumbo hacia un futuro más sostenible.

https://www.bancomundial.org/es/news/immersive-story/2020/08/06/beyond-the-pandemic-harnessing-the-digital-revolution-to-set-food-systems-on-a-better-course

Fuente: Banco Mundial
ALIMENTACIÓN ALIMENTOS PRODUCCIÓN

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